miércoles, 22 de diciembre de 2010

La foto del Perfil

La vida es parte buscar placer

Y parte hallar dolor

Enrique Bunbury y Nacho Vegas en "El Tiempo de las cerezas”



Paseaba sus ojos por el monitor, la pantalla mostraba un auto, pero no cualquier auto era un BMW Serie uno, sus seis cilindros sus seis velocidades. Recordaba con tristeza los sucesos de ese fatídico viaje. Los contornos plata del vehículo, sus dos manos apoyadas en la puerta y su gesto de suficiencia, había ahorrado muchos años, pero no fue suficiente el dinero que ahorro, tuvo que vender su terreno, la herencia de su padre, sus hermanos le dijeron de todo pero el cumplió su capricho tenía el auto de sus sueños y le faltaban cinco años para cumplir los treinta, el auto de sus sueños… que poco le duro el gusto.

Todo sucedió en el viaje anual de la compañía a la capital de México, el había hecho los meritos suficientes para ganar ese puesto y acababan de hacer oficial su partida en el vuelo de las 7:30, de el siguiente jueves, jugaba con las llaves del auto mientras se cargaban las imágenes que había subido a su perfil, en ese momento vio esa foto. El auto estacionado en la avenida con el decorado navideño de fondo y el al centro recargado en la puerta cerrada del lado del conductor, era lo más lógico en ese momento que fuera su foto de perfil, pero no acabo en eso, la subió también a la página de contactos que también manejaba, esta era una página más frívola (y ya es mucho que decir) que el facebook, mas dedicada a contactar extraños para ligue. Ya había hecho algunas amistades, pero la foto del facebook recibió una veintena de comentarios casi en cuanto la subió. Curioseaba los perfiles de las mujeres que le escribieron los comentarios cuando se topo con ella.

“Princesa Azteca” era el Nick, y sus fotos eran de llamar la atención, su tez morena se veía inmaculada y los contornos de su cuerpo parecían hechos con precisión milimétrica, exudaba sexo y sus comentarios iban de lo mundano a lo atrevido, miro cada foto más de una vez y al salir de su perfil le sorprendió tener endosado a ella un comentario privado, “¿cuando vienes al DF?, cuando vengas llámame y salimos” seguido por su número celular, parecía que los eventos por acontecer estaban destinados a generar el encuentro a gran brevedad, volteo a ver los boletos del avión clavados en el corcho de la oficina, era una oportunidad que no podía dejar pasar.

El Viaje a el DF a la Junta anual fue el pretexto, así que los eventos laborales que tanto solían atraerle, los tomo con cierta displicencia casi con desinterés, parecía que el objeto del viaje fuera conocer a Karen (a estas altura ya conocía el nombre de pila) y los eventos laborales fueran solo un molesto preludio. A la noche del viernes fue invitado como todos los demás a el coctel navideño, invitación que no podía eludir pero a la que solo asistiría unos cuarenta minutos, después de los cuales se excuso y salió a la calle a buscar un taxi, el taxi que lo llevaría a Coyoacán lugar que habían elegido como punto de encuentro, se vieron en el jardín Hidalgo en la fuente de los coyotes, a él no le costó ningún trabajo reconocerla, había memorizado sus rasgos de tanto ver las fotos, que agradable era saber que eran fotos recientes y que contrario a lo que suele pasar en estos casos no defraudaba su belleza, ella lo recibió con una sonrisa y camino a su lado tomada de su brazo como si fueran viejos amigos.

En un lo que el tomo como un gesto de sencillez le pidió cenar en el mercado, reían mientas comían quesadillas fritas rellenas de hongos, él pensaba cuando seria el momento para hacer su movimiento, fue al salir del local de quesadillas que ella en forma de broma le pellizco el trasero. No quedaba duda todo estaba servido para una aventura que contar al regreso. Entonces para cerrar con broche de oro le sugirió ir a “El Hijo del Cuervo”, un bar en las cercanías, donde podrían tomarse unos tragos entonarse y después ir a su hotel.

Lo que ocurrió a continuación lo desconcertó completamente, todavía repasaba ese evento en su mente como la pieza del rompecabezas que faltaba, ahora le resultaba tan evidente, pero en ese momento “hormona mato a neurona”, este es el punto en que pudo cambiar la historia, en este punto se bifurcaban dos opciones: parar o seguir, el resto es historia. Entraron al bar llamando la atención, él la abrazaba y la besaba en las mejillas con aires exagerados, ella reía estentóreamente. El sabia porque llamaba la atención, sabía que provocaba la envidia de cada uno de los comensales masculinos del bar, pero no adivinaba las razones de ella, pidió un par de cervezas de barril con anuencia de ella, comenzó a tomar a grandes tragos y pronto pidió otra, una mas poco después, fue hasta después de la tercer cerveza que noto que su compañera apenas y había tocado su bebida, en ese momento comento casi sin interés – no has tocado tu cerveza se te va a enfriar – su repuesta alcanzo proporciones escandalosas levanto la voz, reclamado un supuesto intento de emborracharla, casi grito que no la malinterpretara, que no era la clase de mujer que el imaginaba, no paraba de vociferar y llamo la atención de todo el bar, salió casi corriendo, el detrás de ella después de dejar un par de billetes de doscientos pesos, siguió tras ella hasta que se detuvo en una barca del parque.

Fuera del bar en la banca del parque dejo de llorar, el seguía parado inmóvil junto a ella con un ansia enorme de escapar, de salir corriendo y abordar el primer taxi que se encontrara, fue en ese momento que ella lo abrazo ocultando el rostro en su pecho, se quedaron así un buen rato, después empezaron a caminar y ella se deshizo en disculpas – no sé qué fue lo que me paso – repetía como disculpa, conto que acababa de terminar un noviazgo con alguien que tenía problemas con el alcohol en el que fue maltratada, ella fue la que insinuó que continuaran esta conversación en el hotel, ella fue quien lo beso apenas se cerró la puerta del ascensor, ella fue quien al ver la botella de tequila en el tocador (regalo navideño de la compañía), la destapo y empino un trago al tiempo que se desabrochaba la blusa con la otra mano para posteriormente tenderle la botella para que el continuara lo que ella empezó.

Las ropas cayeron, ella se dejo caer en la cama frente a él, que no tuvo tiempo para pensar, para entender la incongruencia, el alcohol que fue el detonante de la escena escandalosa de hacía apenas unos instantes, ahora era la herramienta sexual que ella manejaba con maestría. Recostada boca arriba servía trago tras trago en su ombligo, el bebía y se hundía pues estaba sumergido con frenesí, rodeado de sus muslos en ese cuerpo convulso que sin un ápice de timidez provocaba y satisfacía con la misma medida, las imágenes a partir de este momento llegaban en “flasback’s” porque la botella se iba vaciando a una velocidad desmedida, recordaba los aullidos los rasguños, recordaba la intensidad con la que ella demandaba y la voluntad con la que él la servía, – cómeme, muérdeme, aráñame – una violencia orientada, que degeneró en un orgasmo intensó con tintes de Knockout. El sopor llego a su cuerpo con el éxtasis y los calambres de alguien que corre un maratón, alguien que lo corre y lo gana, viviendo su victoria abatido en la cama, hundido en un estado suspendido.

La mañana llego como telón de fondo, él se había despertado mas nunca supo a hora ella salió del cuarto, de inmediato se dirigió hacia la maleta donde guardaba su laptop, sintió una gran satisfacción cuando confirmo que no faltaba nada. Entro al baño y pudo ver un preservativo que grotescamente se asomaba por el bode del bote de basura, lo arrojo al excusado y jalo la cadena, se enjuago las manos, se miro al espejo, las huellas de la batalla eran evidentes los rasguños en su hombro se notaban y los de su espalda se sentían, pero eran para él en ese instante los testimonios de su gesta, en ese momento no pensó que para cualquier forense serian evidencia y estaban en el tanto como en ella en el hueco de sus uñas en las marcas de las mordidas en sus senos en su cuello, el no pensaba en eso el sonreía aun mientras se cepillaba los dientes, no ato cabos de la escena en el bar, donde cada comensal era testigo de un rechazo a sus avances sexuales y la negativa de ella, no lo mortifico el sonido de alguien tocando la puerta, su sorpresa fue absoluta al abrir la puerta descalzo con solo unos pants deportivos viejos que usaba como pijama, se enfrento a un par de policías federales, que lo sometieron con lujo de violencia, armados y con una orden de aprensión – dese preso el cargo es de violación.

Cada entrevista con el abogado de la parte acusadora era una reveladora clase acerca de la naturaleza humana, ya no le sorprendía nada, ya no insistía en verla, ya no se le erizaban los cabellos de la nuca al escuchar los detalles de la declaración de la parte acusadora. Si pensaba en la angustia de su madre, en la molestia de sus hermanos, en lo que le habría sucedido si su padre viviera todavía, pero no podía evitar en algún momento pensar en ella. Todavía en las pausas de la conversación la veía venir a explicar que todo era una confusión, que había sido sexo consensuado, que él no había violado a nadie. Alguna vez pensó que ella se arrepentía de haberle tendido esta emboscada y que retiraba los cargos, otra vez pensó que aun sin retirar los cargos la vería a la salida de la estación, pidiendo una disculpa, tal vez no le hablaría solo lo miraría avergonzada como pidiendo perdón con la mirada.

En la última entrevista con el abogado rival fue flanqueado por su propio abogado, el abogado de la parte acusadora hablaba de el factor tiempo, tendrían que arreglarlo ya, pues estaban a horas de “el acto de formal prisión”, entonces bajo sus naipes, sabemos que no cuentas con mucho pero tienes un auto y lo pagaste a contado, queremos que endoses los papeles, y que nos firmes algunos documentos que nos protegerán si el día de mañana cambias de idea y decides demandar, el abogado defensor sirvió para “bendita sea la cosa”, dar fe y cobrar un sueldo que más bien parecía una comisión por la sucia transacción que seguía a continuación, el resto tuvo un desarrollo bastante rápido, prueba de que la “justicia” puede ser expedita cuando es debidamente aceitada, en cuestión de horas ya estaba libre y regresaba a casa en autobús de segunda, desempleado, meditando frente a la ventana del camión que enmarcaba una noche obscura y lluviosa.

Al llegar a su casa el auto no lo esperaba, dejaron la lona protectora en el piso de la cochera, como amargo recuerdo de lo que fue su orgullo y hoy era el símbolo de su tormento. Tuvo que dar las explicaciones más vergonzosas de su vida tuvo que escuchar los reproches a su falta de sentido común y los consejos “a toro pasado” más obvios y por tanto absurdos, fue hasta que su madre con aire de matriarca dio la orden de “basta” que pudo retirarse a su recamara a lamerse las heridas y rumiar su derrota. Encendió la computadora y entro a sus páginas, trato de cancelar una cuenta no sin luchar con los múltiples intentos del sistema de evitar que abandonara, al final se conformo con borrar sus datos, sus imágenes y bloquear las notificaciones a su cuenta de correo. Después entro a su perfil de facebook, no se molesto en buscar a “Princesa Azteca” sabía que estaría bloqueada su cuenta y que no tenia caso mandarle mensajes que nunca le llegarían. Comenzó a eliminar todas las fotos donde aparecía su auto, es decir el que fuera su auto, hasta terminar con su foto de perfil y fue cuando estaba a punto de salirse que recibió un mensaje de una vieja amiga – ¿por qué quitaste tu foto de perfil?, te vez increíble en ese auto – cerro su Laptop como quien acaba de contar una historia y no quiere entretenerse contando la moraleja.